Se ha convertido en una constante la vinculación del concepto de agilidad a la mayor parte de los procesos de gestión de las compañías, sea cual sea su ámbito. El proceso de Planificación Estratégica no escapa a esta realidad y debe hacer frente a la necesidad de adaptación a este nuevo paradigma de agilidad. Pero, ¿cuáles son los factores específicos que están en la base de esta necesidad de acortar los tiempos en las decisiones estratégicas?:

En mi opinión son tres los factores de carácter externo e interno a la compañía, que de una manera más relevante fuerzan esta necesidad:

  1. EL dinamismo creciente de los mercados: la rapidez con la que se ejecutan los movimientos estratégicos de las compañías, tanto a nivel corporativo como competitivo, obligan al resto de competidores a anticiparse o contrarrestarlos con suma agilidad para evitar efectos adversos en su desempeño. Nuestros mercados cambian, nuestros competidores se mueven mientras nosotros estamos tomando decisiones.
  2. Incertidumbre y Volatilidad de los factores del entorno: el continuo cambio en las circunstancias del entorno en direcciones difíciles de prever en muchas ocasiones, pone en cuestión el exceso de esfuerzo destinado a una visión proyectiva apoyada en información y datos exhaustivos.
  3. Búsqueda continua de eficiencia. La naturaleza del trabajo en los proyectos de Planificación Estratégica, su exigencia en términos de participación, estudio, reflexión, debate, implica un altísimo consumo de recursos organizativos de primer nivel, que no pueden ni deben mantener la tensión y dedicación a un proceso que se prolongue excesivamente en el tiempo.

Siendo conscientes de la necesidad de adaptar nuestros modelos de decisión estratégica a estas circunstancias, debemos preguntarnos qué variables pueden tener una mayor influencia en la velocidad buscada y dentro de éstas, qué prácticas debemos considerar en nuestras metodologías de Planificación Estratégica para lograr esa mayor “velocidad del proceso”. La respuesta a esta pregunta nos llevaría a destacar tres aspectos:

  • El diseño de proyecto de Planificación Estratégica: elegir de manera adecuada las fases que se abordarán, huyendo de modelos exhaustivos aplicados por defecto, identificando los temas relevantes de debate, para dirigir hacia éstos los esfuerzos.
  • Dimensionar y seleccionar de manera cuidadosa las fases participativas del proceso que involucren a distintos estamentos de la compañía, optando por la representatividad cualitativa más que por la cuantitativa.
  • Preparación rigurosa de los aspectos que rodean las fases de decisión: la eficacia, la velocidad necesaria, hace preciso que los órganos de decisión cuenten con:
    1. Información previa estrictamente relevante, de manera que se disponga del mejor criterio a la hora de tomar decisiones y se eviten los “aplazamientos hasta mejor análisis”.
    2. Agenda clara y concisa de los aspectos sobre los que deberá decidir.
    3. Sistemáticas que permitan clasificar adecuadamente las decisiones para guiar los siguientes pasos en el proceso de planificación.

De un adecuado seguimiento de estos principios de actuación puede depender no solo la agilidad y rapidez del proceso sino en buena medida, el éxito del proyecto. Es esta la razón por la que, el apoyo metodológico externo prestado por profesionales de la consultoría se plantea como una opción para organizar un proceso en el que el protagonismo es de las ideas de la compañía, pero en el que la forma empleada, determina las posibilidades de extraer el máximo partido a ese capital.

 

Juan Morales Aguado
Consultor, Interim Manager y Fundador de ESTRATICE